Texto para el tercer FanzCine. Cine Club Orbital.
Semana santa.
Me condenaré ante ustedes lectores creyentes, que ante no disponer de una lectura básicamente natural de la vida con la muerte, sucumben ingenuamente ante devastadoras subjetividades que respeto con mi insolente demonio interno.
Según preceptos bíblicos encontramos definiciones tan normales para unos como extrañas para otros, lecturas sacadas de un mundo de fantasías relleno de cierta simpleza aterradora. La muerte como “separación del alma del cuerpo” “termina con el tiempo que el hombre tiene para ganar el cielo”, ¡¡¡perfecto para inventarse una pistola con rayos de fe celestial y controlar el pensamiento acerca de la vida después de la muerte o la muerte después de la vida!!! Ahora bien, la muerte si hace parte de la vida, pero de la vida cotidiana de las personas, creo, no hay día en que no se piense en tal beneficio para el hombre con los méritos que la “vida sana” aporta para el estado del alma y la dependencia generada durante 2011 años con la falsa salvación eterna o la condenación en los infiernos que no existen sino aquí mismo donde vivimos, Planeta Tierra. Asesinatos, masacres, balaceras, bombas, minas quiebrapatas, minas en El Congo, de diamantes y carbón en Colombia, secuestros, terremotos, tsunamis, cuerpos radioactivos, cuerpos cercenados, aviones con pasajeros terroristas, petróleo, sicarios, narcotráfico, fabricantes de armas por doquier, mafias, violadores, políticos con permiso para matar, matones con permiso para hacer política, hambre, sed, sequías, calentamiento global, inundaciones, homofóbicos, putas, proxenetas, explotadores, explotados, rojos, azules, blancos, negros, amarillos, división, desigualdad, enfermedades sacadas de laboratorios para controlar el crecimiento demográfico del planeta, crímenes pasionales, falsos positivos, envidia, desplazamiento forzado, bandas criminales, grupos de limpieza social, etc. Si aceptamos la perversión como una sana costumbre, el cine es el arte más saludable que podemos conocer.
Así los signos son ubicuos, omnipresentes en el tiempo, en el espacio, y si no es así, entonces en la topo-cronografía semiótica de la muerte, encerrados en su habitación o asaltando las calles de la realidad. Por esto, la realidad no puede ser menos. Emanando lo uno de lo otro o lo otro de lo inacabable, la semiótica misma de la muerte se produce al voltear la vista hacia afuera, pero también al voltearse sobre si misma.
“La muerte le sucede al que esta vivo”. “El que no este vivo es porque está muerto”. A.M. Palabras sabias de un católico al renunciar así mismo después de 83 años de entrega a la “divinidad” a su manera.
Jaime Ricaurte.
Sociólogo.
U. de A.
Sígueme en Twitter.
@JaimeRicaurte
No hay comentarios:
Publicar un comentario