“El instinto de la muerte”, una autobiografía escrita por el propio Jacques Mesrine cuando se encontraba detrás de las rejas, lugar bastante común para él pero incomodo hasta más no poder, son una serie de prisiones que le sirvieron a pensar mejor su vida de criminal, obsesionado por la imagen y el poder para así conservar la reputación que los medios y él mismo se han empeñado en construir a través de sus años mozos de vida delictiva.
Desde su época como soldado rebelde en Argelia, hasta que se convierte en un criminal cada vez más temerario en las calles de París. Es así como su periplo delincuencial lo llevó incluso a Canadá, allí se unió ideológicamente más no metodológicamente a los separatistas radicales de Québec, aunque treinta años después de andar por muchas partes y que la policía francesa le diera de baja en un operativo de inteligencia a mansalva, su leyenda aún sigue viva y se recuerda con películas como estas, en las que a manera de Thriller y biopic, dividida en partes iguales “El instinto de muerte” le es fiel al personaje real y se convierte en una cinta biográfica capaz de traer a nuestro presente la memoria de quienes por su inteligencia actuaron en nombre de sus convicciones y su particular forma de ser, hacer y ganarse la vida.
Fotografías reales
Esta cinta nos cuenta la vida, obra y evolución de un personaje de la vida real, un hombre que desde pequeño quiso sobresalir en el ámbito de los negocios, situación bastante común en muchos jóvenes ahora, usual en la vida de quienes no ven otra salida de sus problemas económicos y sociales en los cuales están inmersos. Muchas veces estos impulsos por tener cada vez más, no son otra cosa que las presiones de tipo cultural que el capitalismo ha impuesto sobre ellos y esto los lleva a que se conviertan en delincuentes sólo por el hecho de tener un estatus superior al de los demás, es una suerte de ambición interpretada biológicamente desde el darwinismo donde los peces grandes se comen a los más chicos, en una violenta afrenta por el poder y la supervivencia.
Fotografías reales
“El hombre de la cien caras”, como fue conocido Mesrine, es un Alias como cualquiera de los que ya estamos acostumbrados a escuchar en las noticias y entre el gremio mafioso de nuestra época. Así como, “Esneider”, “Valenciano”, “Don Berna”, “Sebastián” entre otros habidos y por haber, (porque la verdad, ésta es una historia sin fin) que parece recrudecerse cada vez más en nombre del poder; así como estos, en nuestros personajes hay un aire de superación, un impulso de supervivencia que los conduce a ser cada vez más decididos, más impetuosos, vehementes, arrebatados y sin escrúpulos, debido a que es un asunto que “se lleva en la sangre” como muchos podríamos creer y de la sangre hacia las necesidades y de ahí hacia los actos, no veo otra manera de operar, de obrar en mentes criminales a la que están acostumbrados a hacerlo, sobretodo por la inmensa falta de oportunidades legales que existen en nuestras ciudades.
Lo que es único en la vida de personajes como estos, es la relación que tienen su particular inteligencia y su formación desde pequeños, su ascenso en la lucha por la supervivencia, la pelea diaria con los poderes gubernamentales, esos poderes emanados de un sistema el cual supuestamente es incorruptible, irrompible, imposible de ser violado por mentes criminales externas pero que se ve vulnerado por esa vivacidad subterránea capaz de presentarse en las más fuertes y sólidas economías como la verdadera piedra en el zapato para aquellos que defienden la hipócrita funcionalidad “perfecta” de un sistema imperfecto. Y a eso si que le da duro Mesrine. En muchas de tantas audiencias públicas, acusaba él, al propio Estado y su sistema financiero de tener al pueblo como lo tenía, desangrado, desahuciado y apunto de morir, hechos que fueron alimentados por grupos políticamente radicales con tendencias separatistas en Canadá en la década de los 60’s.
En este díptico, hay que reconocer la gran actuación de Vincent Cassel, creo que para poder representar el particular carácter de Jacques Mesrine tenía que haber cierto vínculo de personalidades, aunque Cassel no sea un criminal sino un actor, lleva dentro de sí una fuerte personalidad que convence al espectador y al final todos, como chicos, pensamos “yo quiero ser Jacques Mesrine”.
Es una de esas cintas grabada y dividida en dos partes para comodidad de los cinéfilos, como no se puede decir que la primera parte o la segunda es mejor que la otra, sobretodo porque es una sola cinta. Es de anotar también la buena factura de este film, su fotografía y escenas bien trabajadas son algunos de los elementos que acompañados de la música, vivifican la relación del director y el cine como emisores y los espectadores como receptores, aún cuando se trata de hacer visible parte de una historia de la vida real.
A pesar de ser un tipo peligroso, a Mesrine se le notaba un gran corazón, cierta sensibilidad por los débiles y otros pequeños seres como sus hijos o los hijos de otras personas y los ancianos, en el fondo creo que es parte de su íntima relación con su padre, el cual siempre le dio lo que estuvo a su alcance, sobretodo el amor que necesitaba, el verdadero problema era su carácter apasionado desde chico.
Fotografías reales
Como dato y para finalizar, hay que mencionar y reconocer el papel de Alain Bizos uno de los últimos grandes fotoreporteros. Su fama fue catapultada al mundo cuando participó de uno de los reportajes fotográficos más polémicos de las historia de la fotografía: el reportaje en la clandestinidad del criminal francés más buscado de ese entonces; el propio Mesrine, pocos meses antes de su muerte. Esta parte la vemos representada en la película, donde el Cassel, plantea la posición política e ideológica de Mesrine al ser entrevistado por una periodista.
JaimeRicaurte.
yo quiero ser como Jacques MESRINE !!!!!!!!!!
ResponderEliminarMESRINE ES MI ÍDOLO !!!
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