miércoles, 25 de mayo de 2011

::El séptimo continente::Dir::Michael Haneke::1989::Alemania::104min::


Un caso de la vida real, antes de la caída del muro de Berlín.

Si, la naturaleza humana y la desnaturalización de los objetos en un momento de total anarquía. Ese es el resultado de la rutina hostigante del sistema capitalista, donde todo es “ordenado y perfecto”, donde todo funciona si te riges a sus pautas, si sigues al pie de la letra una clase de estereotipo tediosamente incrustado en nuestra mentalidad de individuos automatizados.

A través de una particular estructura narrativa, espacios entre escena y escena de 4 segundos aproximadamente cada uno, voluntarios, circunstanciales, Haneke parte la película en tres capítulos divididos por pantallazos negros que interrumpen las secuencias pero que nos sumergen cada vez más en la vida de ésta singlar familia cansada de vivir con todas las comodidades de la modernidad, hasta el cuello de artilugios que los obligan a actuar como una “familia normal”.

En un principio, la cinta se desarrolla de manera que no deja ver cual puede ser el desenlace de su propia historia, pero eso, es lo que de verdad logra capturar la atención del receptor de sus ideas. Una pareja joven con su hija adolescente, preparan todo para  lo que será el final de su existencia, la forma decidida, radical, de dejar todo por convicción es un aspecto que no se devela hasta momentos antes de acabarse la cinta y es ahí cuando comprendemos la dura realidad de esta familia, a pesar de haber llevado un estilo de vida “con calidad” y aparentemente sin necesidades.

Sucede lo mismo en nuestro contexto, de particulares, diversas formas y por distintas razones la gente busca como salirse de este sistema agobiante, lo vemos en las noticias a cada día y muchos casos se quedan como el de ésta película, sin resolver. Lo vemos en periódicos amarillistas que tienen su gancho en revistas de Condorito y sus aburridos crucigramas, lo escuchamos por rumores cuando nos cuentan que alguien se arrojo al Metro, de un puente o cuando nos desaparecemos del mapa.

Respeto cualquier decisión de éste tipo en mi condición de humanista, abogo por la vida, pero también hago de la muerte mi compañera infaltable, porque desde la base, trato de comprender tales situaciones insoportablemente fatigantes, extenuantes, sin sentido. Lamentablemente, esa mirada positivista de la vida, ventajosa, irreal, está destruyendo la esencia fundamental de lo que es de verdad vivir en este mundo, de lo que significa la propia existencia sin la falsa felicidad que condicionada por los artículos, los objetos inanimados, no muestra que no se puede vivir sin ellos, pero si se puede.

La decodificación, la deconstrucción mental y física de los estereotipos impuestos por este sistema, debe ser a criterio de cada persona. La incorporación de acciones libres para nuestro propio desarrollo no debe condicionarse por una caja llena de tarjetas electrónicas con pantalla, llamada televisor. Pero, si no quieres eso, estarás condenado a despedir tu vida al frente no de tus problemas, sino al frente de una caja con hormigas por dentro.


JaimeRicaurte.
Sociólogo.
U. de A.                  


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