Existe en la vida de todas las personas en el mundo, relaciones tan particulares como humanidades individuales. Microscópicas células en un entramado de redes, sujetas a cada situación y cambiantes según el tratamiento que se haga de ellas en el presente, en el ya, en el ahora.
El lenguaje, como uno de los principales elementos abordados por este director, en distintas películas que tienen relación entre sí, se convierte en un hilo conductor de las problemáticas sociales en el mundo moderno. La semiología, como estudio de los signos, su estructura y la relación entre el significante y el concepto de significado, marca un paso importante a la hora de relacionarnos los unos con los otros, una delgada línea invisible entre sujeto-objeto-sujeto. Cada individuo, posee un universo diferente, observa, asume e interpreta las cosas de forma tan subjetiva que en todos los casos a la hora de enfrentar el contexto, lo objetivo, se puede transformar, darle un vuelco a todas esas pequeñas situaciones cargadas de emociones, sentimientos y razón.
Ese ínfimo momento en el tiempo, ese pequeño espacio entre sujetos, es básicamente lo que para mi puede asociarse al código desconocido que Haneke plantea en su obra, así como en “El Séptimo Continente” de 1989. Es ese no sé qué, no sé donde, no sé cuándo, que deja en el espectador una incomoda sensación desconcertante, pero eso es precisamente lo que hay que descifrar, no es gratis que una banda musical de sordomudos, de niños que se comunican con las manos, toquen los tambores hasta más no poder ritmos emocionantes que exaltan a través de las vibraciones, hasta el más insensible de los seres.
El desconocido código del lenguaje, será para siempre un misterioso y complejo tópico para los más estudiosos, aunque en ciertas ocasiones, personas como Levi-Strauss y su teoría acerca del “Estructuralismo”, Noam Chomsky con su lingüística, la deconstrucción de Jacques Derrida y Michel Foucault como “post-estructuralista”, hayan puesto algunas categorías para entender mejor la manera de relacionarnos, el lenguaje sigue evolucionando a pasos de gigante y no pretende detenerse para dar un descanso sentado sobre una nube, ni mucho menos nos dará una oportunidad precisa para derretir esa bola de nieve que cada vez se hace más grande.
Es sensible la manera de tratar (la vida) en Haneke, los problemas en su Europa, los aborda en su propia estructura narrativa como violencia en todos los sentidos, hace del presente el caldo de cultivo de las relaciones humanas de la modernidad, el racismo, la xenofobia, la exclusión, la pobreza, la riqueza, la insensibilidad y muchas otras cosas más, se mezclan para declarar las formas en que están compuestas las condiciones de la vida de todas las personas en el mundo.
Sociólogo.
U. de A.
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