En Alemania existe un mito que se conoce como “El tiempo del lobo”, es el momento anterior al Apocalipsis, en el que se invierten los valores y caen las más altas torres de la estructura cultural formada por los seres humanos a través de la historia.
Según este mito, que no debe estar lejos de convertirse en ciertas realidades visibles a nuestros ojos, sobretodo porque el hombre moderno permanece en una clase de alarma constante, en una especie de “sociedad del riesgo” como lo plantea Ulrich Beck en su propio libro (La Sociedad del Riesgo), donde el miedo no es simplemente un fragmento temporal, un momento, sino más bien un estado; el “tiempo del lobo” es, y según la interpretación de Haneke, ese confuso período de caos y tranquilidad, de subsistencia e instinto de supervivencia y en el que lo único que tienen las personas para agarrarse es sólo, su propio presente.
Aunque es una película muy poco conocida, yo diría que ignorada por la mayoría del público ya que es una cinta de un director con una trayectoria poco comercial, es una obra que todos deberíamos ver, que todos deberíamos no solamente ver sino también analizar, luego socializar y reflexionar con respecto a todo lo que tiene que ver la modernidad y el papel de los seres humanos y las relaciones con nuestro entorno, el mundo, y el planeta tierra.
Resulta después de esta breve introducción, algo que en la película no alcanzamos desde un principio a descifrar, y es la pregunta acerca de qué es lo que está sucediendo, asunto que tal vez será muy difícil saber con certeza sobretodo por la particularidad con que este director se refiere a este tema, el “caos” de una previa Apocalipsis surgido de diversas situaciones. La verdad es que la cuestión nos acompaña toda la cinta, que además no tiene banda sonora y se desenvuelve en su totalidad con sonidos ambiente y escenas con una fotografía merecedora de los más sinceros aplausos.
La pérdida de ciertos valores humanos, la recuperación de otros con las diferentes adaptaciones a un contexto, forzados por aquello que sucede en las grandes ciudades, la desazón, el estrés, las grandes desilusiones, los fracasos, la falta de empleo y oportunidades, la indolencia, la indiferencia y muchas cosas más se apoderan del éxodo hacia el campo, ese campo que sin advertir fue viendo como sus tierras se desocupaban cada vez más y que llevaban a sus gentes a ocupar esas grandes selvas de cemento, lugar que alguna vez pensaron era la solución de sus problemas y la salida de la pobreza, ahora se ha convertido en su propio mal y los ha expulsado. De nuevo en el campo, ya no hay marcha atrás, los vicios y costumbres citadinos esperan un tren que nunca llegará, no habrá regreso y las esperanzas serán cada vez más una ilusión fugaz.
No debe ser bueno pensar qué será de nuestra especie en momentos previos al Apocalipsis, debe ser, sin saberlo, la frustración de todos nuestros sueños, de todos nuestros proyectos; pero es más duro aún, saber que la escasez de ciertos recursos naturales como el agua, los alimentos y otros elementos esenciales para el hombre son una realidad y no creo que éste sea ese momento final de confusión y caos, pero se parece.
Haneke, amplía la mirada de su “objeto de estudio” a toda la sociedad moderna, estudia las causas, las reacciones y/o posibles reacciones de la sociedad occidental por la destrucción masiva de los recursos naturales y es esto lo que precisamente moldea a cada personaje y nos muestra que es más poderoso el instinto de supervivencia que el mismo miedo y que bajo esos instintos de supervivencia, acompañados de ciertas formaciones culturales y morales, el ser humano se deja llevar por situaciones que más que destruir, construyen nuevos y afianzados valores como el compañerismo, la solidaridad, la necesidad de contar con las personas que te rodean para poder sobrevivir. Sin embargo, Haneke también nos deja ver que, por el contrario a los valores anteriormente mencionados, el ser humano sucumbe ante cualquier excusa para librarse de quien no sirve para nada, para poder avanzar en el camino de la reestructuración de una nueva sociedad. “La solidaridad necesaria para conseguir los medios para sobrevivir pasa a ser, una vez estos están en la mano, egoísmo para conseguir utilizarlos en la mayor medida posible”.
“El Apocalipsis sin ciencia ficción”, un subtítulo que deja ver un realismo constante sin prejuicios, deja ver los desafíos enfrentados por la imaginación, sin convencionalismos, para contar una historia de la mano de una de sus protagonistas Isabelle Huppert, quien una vez fue “La Profesora de Piano”, magna actriz como siempre que plasma en su personaje tal realismo que nos deja una sensación literal de desesperación y severidad sin tregua alguna.
Sociólogo.
U. de A.
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