lunes, 20 de febrero de 2012

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Isak Borg es un médico de 78 años que está apunto de obtener el título de Doctor Honoris Causa por su trabajo a lo largo de 50 años. Este es un Road Movie de un sólo día donde se despiertan sentimientos escondidos en los insaciables parajes de una vida dedicada a la ciencia, una vida de sentimientos sí, comprometida sí, pero hacia una sociedad, la superación de esta y la de su propio ser.


Para empezar, quiero hacerlo con un breve escrito que me encontré en un libro que hablará por sí solo, del escritor argentino Ernesto Sabato, “Sobre Héroes y Tumbas” (Los rostros invisibles) Capítulo XIV, páginas 215, 216.

"Y ¿cómo no comprender al viejo D’ Arcagelo? Pues a medida que nos acercamos a la muerte también nos acercamos a la tierra, y no a la tierra en general, sino a aquel pedazo, a aquel ínfimo (¡pero tan querido, tan añorado!) pedazo de tierra en que transcurrió nuestra infancia, en que tuvimos nuestros juegos y nuestra magia, la irrecuperable magia de la irrecuperable niñez. Y entonces recordamos un árbol, la cara de algún amigo, un perro, un camino polvoriento en la siesta de verano, con su rumor de cigarras, un arroyito. Cosas así. No grandes cosas sino pequeñas y modestísimas cosas, pero que en ese momento que precede a la muerte adquieren increíble magnitud, sobre todo cuando, en este país de emigrados, el hombre que va a morir sólo puede defenderse con el recuerdo, tan angustiosamente incompleto, tan transparente y poco carnal, de aquel árbol y de aquel arroyito de la infancia; que no sólo están separados por los abismos del tiempo sino por vastos océanos. Y así nos es dado ver a muchos viejos como D’ Arcanuelo, que casi no hablan y todo el tiempo parecen mirar a lo lejos, cuando en realidad miran hacia dentro, hacia lo más profundo de su memoria. Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante tránsito. Y aunque nosotros (nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestra dura experiencia) vamos cambiando con los años, y también nuestra piel y nuestras arrugas van convirtiéndose en prueba y testimonio de ese tránsito, hay algo en nosotros, allá muy dentro, allá en regiones muy oscuras, aferrado con uñas y dientes a la infancia y al pasado, a la raza y a la tierra, a la tradición y a los sueños, que parece resistir a ese trágico proceso: la memoria, la misteriosa memoria de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que fuimos. Sin la cual (¡y qué terrible ha de ser entonces!, se decía Bruno) esos hombres que la han perdido como en una formidable y destructiva explosión de aquellas regiones profundas, son tenues, inciertas y livianísimas hojas arrastradas por el furioso y sin sentido viento del tiempo."


Acercarse de esta manera a la película de Bergman, es con el propósito de llevarles a ustedes amigos lectores, un poco la visión de cómo el autor y el director, abordan los temas relacionados a la vida y ese corto paso cuando la muerte se hace conciente, con la trascendencia e importancia que amerita este tópico en la obra de personas que quieren decirle al público, cuáles son sus percepciones acerca de lo que tiene que ver con el fin de la vida, no cómo un fin en sí, sino como una totalidad, un momento inevitable en un tiempo inexorable.    


Dentro de la filmografía de Ingmar Bergman vemos un hilo conductor que está íntimamente relacionado a su formación desde niño y a la crianza que tuvo en cuanto a la búsqueda de Dios, la soledad, el aislamiento, la vida y la muerte, los asuntos del bien y el mal, muy adecuados a un contexto y a una concepción de las cosas desde un punto de vista bastante religioso.

Esto lo podemos recrear de alguna manera con la escena del juzgado  en un fragmento del diálogo mientras Isak Borg está en uno de los sueños que tanto lo atormentan.


Juez: Además, profesor se le acusa de faltas menores pero muy graves: insensibilidad, egoísmo, falta de consideración…
Isak Borg: ¿Y cuál será la pena?
Juez: ¿La pena? No sé. Supongo que la de siempre.
Isak Borg: ¿La de siempre?
Juez: Si, la soledad, naturalmente.
Isak Borg: ¿La soledad?
Juez: La soledad, claro.
Isak Borg: ¿Y no habrá gracia para mí?
Juez: No me pregunte. Yo de eso no sé nada.


Esta película, al igual que “El Séptimo Sello” va por una misma línea que destaca al existencialismo como la fuente de preguntas correspondientes a nuestra procedencia y al único destino seguro, la muerte. Es decir, y de manera más profunda, las preguntas acerca del por qué y el para qué de la vida. Donde se encuentra en la sociedad, no sólo en la familia,  el estímulo necesario para darse cuenta que sus problemas parten desde el propio carácter. Sin embargo, ese aislamiento es, a pesar de todo lo admirable y criticable que puede llegar a ser al mismo tiempo, parte de una doble moral en esta sociedad, que teniendo en cuenta todo lo que hay alrededor de ella; la familia, el estado, la escuela, la iglesia, todas las instituciones… presionan al individuo a una supuesta “realización personal” con el pretexto de convertirse en “alguien en la vida”, pero que a la vez reclama una persona distinta a la llamada por la ciencia u otras actividades, como por ejemplo el arte y la inexplicable personalidad del artista y todas esas personas comprometidas e inmersas en un mundo que no es más que un mundo capitalista, y que bajo el modelo de economía neoliberal, es convertido en un mundo de competencias, innecesarias para la formación y el buen desarrollo de una sociedad equitativa, distributiva, equilibrada.


Paradójico y totalmente confuso para una persona que antes de morir busca refugio en los recuerdos de su infancia, porque precisamente eso es lo que le alivia de la pena de no haber compartido el tiempo suficiente con sus seres queridos, es allí en ese lugar que la memoria cobra sentido y se resignifica, en los recuerdos, en la tradición, en la tierra, en los sueños de esas épocas pasadas, aparte de la esquemática idea de “progreso” y  que aunque la historia vaya hacia delante, regresa continuamente buscando la satisfacción del aire que se respiraba fuera de una oficina llena de papeles impersonales y fríos espacios entre el decorado.


Victor Sjöström, protagonista de esta película y actor que caracteriza muy bien la vida de un viejo que rodeado de jóvenes busca en un día, su pasado a través de los recuerdos, también es el director de una muy buena cinta, “El Viento”, una obra maestra que estamos obligados a ver para poder darle sentido al contexto en el cual estaban envueltos todos estos admirados personajes. Personajes y aspectos cinematográficos que Woody Allen retoma para trabajar en sus películas, como una forma de admirar la labor del cine clásico y sus directores, especialmente el cine de Ingmar Bergman.   


Y no es difícil relacionar el lenguaje utilizado por Bergman con escritores y directores como Kafka, Sartre y Buñuel, para contextualizar su filmografía y sobretodo esta película, “Fresas Salvajes”, que deja con sutileza, conexiones asociadas al expresionismo, al existencialismo, el surrealismo y lo metafísico de las artes como interpretación de momentos y lugares específicos de ese entonces.   


Según Bergman, hablando de cine, planteaba lo siguiente: “Este pequeño instrumento fue decisivo para mi carrera. Era algo extraño. Se trataba simplemente de un juguete mecánico que mostraba siempre a los mismos hombres haciendo las mismas cosas. Con frecuencia me he preguntado qué es lo que me fascinaba tanto de él, y por qué el cine sigue fascinándome exactamente de la misma manera”

“El cine es un engaño. Todos nos encontramos tanto delante como detrás de un proyector, todos somos víctimas y verdugos al mismo tiempo. Se utilizan unos aparatos mecánicos construidos para aprovecharse de las debilidades humanas, para suscitar en los espectadores sensaciones y emociones tales como la risa, el miedo, la indignación,…Por tanto, soy o bien un impostor o, en el caso de que el público esté dispuesto a dejarse engañar, una especie de brujo o sumo sacerdote”.     

El cine de Bergman es un cine que destaca la narrativa de lo visual, asumiendo libremente el tiempo suficiente para la reflexión en el espectador.



“Fresas salvajes”, es una película que muestra, de acuerdo a su estilo, la perfección a la que el director quiere llegar, no sólo desde el punto de vista técnico, sino también desde el relato como una herramienta de transmisión de sensaciones dentro de una idea convertida en historia, aquella que habla de las relaciones con los demás, el amor durante la vida, la visión frente a la muerte y la memoria. 


“Por dolorosa experiencia, hemos aprendido que la razón no basta para resolver los problemas de nuestra vida social. La penetrante investigación y el sutil trabajo científico han aportado a menudo trágicas complicaciones a la humanidad”.

Albert Einstein.




Por JaimeRicaurte. 

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