El teatro, la poesía y la política. El desarrollo social, los progresistas y la dictadura, entre otros, son elementos trabajados por este inteligente director, pero más que elementos, son el poder que le da vida a la sociedad y a su compleja existencia.
La protesta encarnada, el descontento, un anhelado nuevo orden social de base y la represión asidua de las dictaduras, son la mirada que Rocha hace de un pueblo “ignorante”, imberbe, sin alientos. Dominado por un implícito lenguaje político, la poesía es, y se ha convertido en la potenciadora de los discursos demagogos de los interesados en destruir más que construir para el bien de todos.
De la mano del teatro, en un escenario completamente familiar a cualquiera de nosotros, los actores sociales luchan por el mejoramiento de sus condiciones de vida, luchan, contra la clase dirigente conservadora, contra aquellos “líderes” populistas, clientelistas, que ante cualquier asomo de subversión, ordenan masacrar al pueblo en nombre de la “seguridad”, si, la seguridad de sus estados financieros, de sus propiedades, de sus intereses.
Somos una tierra en trance, una tierra enferma y con la posibilidad de curarse y saber llevar la vida desde la contingencia, desde la educación, hacia una cultura política seria, sin las falsas promesas de pobre iniciativa que plantean “el cambio” desde una mentalidad burguesa.
La cura está en el pueblo, la “sanación” a tal enfermedad no está dentro de los antros religiosos, no está dentro de los planes de gobierno, donde no alcanzan cuatro ni ocho años, ni una vida entera de dictaduras para fortalecer lo que ya está fortalecido, lo que está, en cada uno de nosotros.
JaimeRicaurte.
Sociólogo.
U. de A.
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