En esta película se plantea a la violencia como una enfermedad Terminal, una metástasis social que amenaza, no sólo con acabarnos a nosotros mismos sino también con acabar cualquier síntoma de tranquilidad y de paz, situaciones cada vez más ausentes en este mundo tan “civilizado”.
La propuesta de Óscar Campo, es un acercamiento a una gran problemática a nivel nacional que ha durado más de cincuenta años, se trata de una mirada, desde la ficción, desde la necesidad de documentar una época en un contexto de conflicto armado que cada día toma mucha más fuerza por aquello de la transformación de nuestros antiguos problemas y la llegada del narcotráfico a la vida cotidiana de narcos, políticos y gente del común.
Acá, el protagonista Héctor García, es todas las personas que representa en cada situación y hay que resaltar que lo hace de una manera excelente, su actuación en cada momento de la cinta define la personalidad de cada individuo, de cada cuerpo enfermo, inmerso en un conflicto que va mucho más allá de lo armado, ha llegado a los planos psicológicos de cada ciudadano y están expresados en una paranoia constante, el principio de una enfermedad aún más fuerte y peligrosa que las mismas pandemias.
La guerra que vivimos los colombianos y, que a propósito apenas este año fue reconocida como un verdadero conflicto armado, ha dejado más victimas que victoriosos, aunque muchas veces se diga, que a punta de “seguridad democrática” vamos a solucionar los problemas sociales que aún conserva el país y sobre todo cuando “los gastos de defensa colombianos representan el 14,2% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que educación ocupará el 13,9%”. Cualquiera diría que es un ínfimo porcentaje, pero quienes dicen eso, no saben aún cuán grande puede ser el daño a una sociedad que lo que necesita es crecer, pero hacia un futuro mejor para todos.
Esta película expresa en sí, un aspecto inconforme en la vida de su director y seguro en la vida de muchas personas que han sufrido en carne propia y las que no, las desavenencias del conflicto armado y la violencia que trae esa guerra. Por tal motivo y sin lugar a dudas fue censurada a las pocas semanas de su lanzamiento en las carteleras nacionales en 2008, y si bien recuerdan en que gobierno fue, no es necesario advertir ni referirnos directamente, de quien ahora se mofa de su libre condición y de ostentar el gran premio a la “motosierra de oro” en nombre de la seguridad, ¿de qué?, ¿de quienes?, ahí está la cuestión.
JaimeRicaurte.
Sociólogo.
U. de A.
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